La insustancialidad para tapar el desastre

El calendario político en el 2018 parecía inaugurarse con un fuerte conflicto social luego de lo ocurrido en las jornadas del 14 y 18 de diciembre en el marco del debate acerca de la tan mencionada Reforma previsional. Lo cierto, es que la muestra de rechazo al Gobierno llegó producto de una avanzada brutal contra el sindicalismo argentino opositor, más precisamente contra la familia Moyano. Justamente, fue Hugo Moyano quien reunió a su tropa y mostró el poderío que aún conserva en el ámbito sindical, con el apoyo, más que importante, de las dos CTA, los bancarios y la CTEP junto a los movimientos sociales. Pero parece haber quedado muy lejos aquel 21 de febrero en donde se pintaba un escenario apocalíptico para el Gobierno y sus aliados. Hoy, casi a fines de marzo, no parece haber una respuesta consistente de la dirigencia opositora al dañino ajuste que se impone sobre la clase trabajadora, ni tampoco un reclamo sólido frente al encarcelamiento ridículo, que va por fuera de cualquier Estado de derecho, de dirigentes opositores (aunque recién ahora se empiece a observar como una parte de la justicia actúa con un poco de coherencia). Quizás lo más parecido a una demostración de férrea oposición al Gobierno es la seguidilla de reuniones de diversos espacios que simbolizan la famosa «rosca» en el peronismo pero que no van más allá de reuniones y proyectos futuros que aún están verdes. Es cierto que no se puede ir como un necio a pelearse con todos porque sería una clara muestra de la carencia de visión política, pero lo que se observa actualmente es que Cambiemos ha logrado instalar la «insustancialidad», la cual es la mejor arma que puede tener el Gobierno para mantenerse en el poder, al estilo de Menem en la década de los 90´.

Ahora bien, ¿puede llegar a haber una unidad con posibilidad de éxito en el 2019 por parte del peronismo? Si, claro, de hecho el acercamiento entre sectores en los cuales estalló la crisis interna post derrota del 2015 es más que importante. Desde una parte del kirchnerismo duro pareciera existir un acto de autocrítica frente a como actuaron el año pasado en las Elecciones legislativas, y esto lo observamos cuando, por ejemplo, Agustín Rossi habla de la necesidad de ir a unas PASO y confluir todos en un mismo espacio, a pesar de las conocidas diferencias. Es decir, las idas y vueltas que se puedan llegar a tener desde la oposición (el peronismo, específicamente) estarán enmarcadas dentro de un proceso de unidad al que cada vez más dirigentes, con una respetable representatividad, apuntan y ven como la única opción para ganarle a Macri. Sin embargo, queda claro que el Presidente (por ahora), Larreta y Vidal parecieran decididos a ir por la reelección y cuentan con suficientes herramientas para concretar lo que se llamó el «Plan perdurar». Analicemos una de ellas. La insustancialidad.

Cuando hablamos de «apolítica», o «distracción», estamos hablando de lo mismo, y es del mantenimiento de un status quo de la población que se muestra molesta por la situación económica, pero que se resigna y no parece mostrar demasiadas motivaciones en querer «cambiar la cosa», por lo menos hasta que «la cosa» estalle. Es decir, Cambiemos buscará mantener a la sociedad adormecida, centrada en el «todo son lo mismo» para asegurarse ese , más que importante, porcentaje de votos fluctuante que define una elección, sabiendo que mantiene su núcleo duro, y que tiene otra parte absolutamente en contra. ¿Como logra esto el Gobierno? Simple. Por un lado, los medios de comunicación seguirán haciendo lo que vienen haciendo hasta ahora, es decir, ocultar, distraer y mentir para tapar la realidad. Por otro lado, Macri se encargará de mantener la situación económica «al borde de…» pero sin que esta estalle nunca. Esto último, parece lo más complicado en un contexto absolutamente desfavorable para la economía argentina de las mayorías, y, ahora también, de una parte del empresariado que muestra su descontento.

Pero, mientras Cambiemos apela a la insustancialidad, ocurren cosas terribles que no manifiestan una indignación general que pueda llegar a incomodar al Gobierno, más bien todo lo contrario. Estamos hablando del asesinato Facundo Ferreira, el niño de doce años que fue otra victima del gatillo fácil en Tucúman. También podemos mencionar los turbios manejos respecto a la investigación de lo sucedido con el ARA San Juan y el constante ninguneo a los familiares de las víctimas, o quizás, la absurda discusión respecto a la pena de muerte. En fin, las reiteradas discusiones que aparecen en la agenda pública, algunas son realmente tenebrosas , no solo que al Gobierno no le afectan demasiado, sino que (comentan los que saben) se utilizan para distraer a la opinión pública, evitando que esta discuta la cuestión económica. Y, es justamente el peronismo, quien busca debatir la economía porque es de ahí de donde va a sacar los votos, de los decepcionados que la están pasando mal. Ahora, ¿puede el Gobierno mantenerse en el poder con una imagen negativa y una situación económica preocupante? Si, de hecho eso es lo que va a buscar con la insustancialidad.

Se sabe, Menem gobernó diez años en medio de un descreimiento total de la política como una herramienta para y del pueblo. Macri buscará hacer lo mismo mientras el contexto económico le permita maniobrar y prometer «un futuro mejor», uno de los eslogan preferidos del Gobierno, el prometimiento constante de que todo va a estar mejor en un futuro (estamos mal pero vamos bien). Frente a esto, Luis Gioja (Presidente del PJ Nacional y uno de los encargados de reorganizar a la oposición) fue claro y contundente al señalar que «estamos mal y vamos peor». Y ahí esta la clave del peronismo opositor, apuntar los cañones a la situación económica y, junto con un sector del sindicalismo que también parece mostrar gestos de unidad, salir a la calle a exponer el descontentos social.

Queda claro como querrá actuar el Gobierno de Macri en estos dos años que le quedan, neutralizando toda clase de expresión de enojo de la clase media, prometiendo mejoras futuras y, lo más importante, despolitizando todo tipo de conflicto existente. Y esto último, es la esencia de este Gobierno que muchos han decidido llamar «de ricos para ricos» y otros tantos «de Ceos». Sin embargo, en esa «apolítica» predominante que contiene discursos vacíos se encuentra una politización enorme, y hacia allí quiere ir Cambiemos para, con el viento a favor, tener chances de reales de confirmar su habilidad en el manejo de la realidad política argentina (por más que muchos los sigan subestimando) y ganar la elección, estableciendo un plan a largo plazo que provoque las desigualdades que el neoliberalismo necesita para tener éxito. Será todo un desafío para el peronismo frenar esta avanzada de derecha que se ha mostrado más que eficiente a la hora de recolectar votos.

Alejo Spinosa

@AleLVP