Tudo mal, tudo ilegal

“Ellos pueden apresar a Lula pero no pueden apresar el sueño de libertad ni la esperanza” Esas eran las palabras del ex dirigente sindical, tornero mecánico, Presidente re-electo de Brasil. Luiz Inácio Lula Da silva, o simplemente «Lula», quien lleva consigo la impronta de ser quien lideró una transformación ejemplar en el Brasil de la última década. Un Brasil que, como la mayoría de los país de Latinoamérica, fue víctima de la oscura época neoliberal que dejó un continente devastado y a merced de lo que demandaban los organismos internacionales ligados al capital financiero.

Y fue Lula nomás, quien sacó a mas de treinta millones de hermanos brasileños de la pobreza, su Gobierno se encargó de enfrentar a los más poderosos y de levantar bien alto la bandera de los más humildes. Son sus ideas, sus formas de gobierno y las políticas implementadas lo que lo llevó a tener que lidiar con la injusticia brasileña. Pero no es su figura expresamente a la que debemos abocarnos en estos momentos (gran problema, acudir a los personalismos casi siempre), sino al pueblo de Brasil, ese que viene sufriendo hace casi dos años la restauración neoliberal llevada adelante por el Presidente Temer, el mismo que casi no tiene apoyo en la sociedad brasileña pero que consiguió llegar al poder mediante un proceso judicial que se llevó puesta a la Democracia de Brasil y que terminó con el Gobierno de Dilma, votada por 54 millones de personas.

Es entonces, este pueblo es el que sufre la coyuntura brasileña, el que sufre la reforma laboral de Temer, pero es el que votó dos veces a Lula, dos veces a Dilma y el que votaría nuevamente al ex-presidente, candidato del PT, en caso de tener que ir a las urnas hoy. Y es por eso que a Lula lo condenan, porque saben que, pese al constante bombardeo mediático de la red «O Globo», todavía mantiene un apoyo enorme que le permitiría instaurar, por tercera vez con su nombre, un Gobierno que le devuelva la dignidad a las mayorías en Brasil. La justicia, la gran cantidad de dirigentes de derecha (que también cuentan con un núcleo bastante nutrido de votantes) y los medios harán lo imposible por mantener un Gobierno de características similares al actual que, se sabe, se cae a pedazos y solo resiste por el sostén que aún deben darle los sectores previamente mencionados.

El eterno problema

En lo que refiere a la manera de construcción política que han adoptado los diversos lideres de lo que se conoció como «la Patria grande» podemos encontrar un denominador común que es la escasa aparición de  nombres para la sucesión de estos referentes, y las consecuencias que ello ha traído. Así como Cristina no supo construir una alternativa confiable y solida para continuar con, lo que aquí se denominó, «el proyecto», tampoco lo supieron hacer los dirigentes del PT en Brasil. ni siquiera ocurrió en Ecuador, donde Lenin Moreno resultó ser una profunda decepción para el pueblo ecuatoriano o en Bolivia donde se depende pura y exclusivamente de que Evo pueda volver a encabezar un cuarto mandato.  Porque, y teniendo en cuenta siempre el horror del fallo que condena al ex Presidente, una de las opciones que se consideraban era la de «transferir» el voluptuoso caudal de votos que Lula posee hacía otro candidato. El problema, es que ese «otro» hoy no existe. Por supuesto que Lula debería poder presentarse el próximo 7 de octubre porque no se ha encontrado una sola prueba real y concreta que lo ligue al delito del cual se lo acusa, pero también es cierto que ante la imposibilidad casi confirmada de que esto suceda, el PT no cuenta con otro nombre fuerte que pueda transmitir la confianza que si tiene Lula da Silva. Entonces, vale la pena preguntarse ¿Cuál es la verdadera razón por la cual los líderes nacionales, populares y progresistas de la última década no pueden mantener su proyecto de país más allá de cierto tiempo? ¿Falta de apertura hacia otros sectores? ¿Personalismos? ¿Agotamiento? ¿Escasez de dirigentes? De todas maneras, focalizar la atención pura y exclusivamente en este punto, sería totalmente desacertado cuando se está viviendo un atropello gigantesco hacia la justicia y el estado de derecho en gran parte de nuestro continente.

Nos encontramos ante un panorama notoriamente adverso para el pueblo brasileño, aunque sabemos que la derecha allí se sostiene como puede, ya sin el impulso que tuvo en su momento cuando fue necesario un armado conjunto de varios grupos para sacar del camino a Dilma. Es decir, el poder lo siguen teniendo pero, claro está, que están poniendo todo lo que tienen para proscribir a Lula porque no hay dudas de que, hoy, nadie puede disputarle una contienda electoral. Incómodo sería, llegar a la instancia de tener que suspender una elección inmediatamente después de que esta muestre sus resultados.

Lula y su gente la van a tener que remar y mucho para llegar a octubre, pero ya él dijo que está dispuesto a hacerlo, y eso es una señal, porque si Lula juega, juega el pueblo y, por ende, el camino del retorno a épocas más felices será todavía posible.

Lo que queda claro, más que nunca, es que sin Lula es fraude.

Alejo Spinosa

@AleLVP

 

La hora de todos

Callejeros decía «que no se quede mi pueblo dormido», en Brasil circulan afiches con la frase «lute como uma argentina», la dirigencia recurre constantemente a la «masiva movilización popular», y así podemos estar enumerando y describiendo ejemplos en donde el salir a la calle se convierte en la herramienta fundamental de lucha y resistencia a la opresión del pueblo y la quita constante de derechos adquiridos a lo largo de la historia. El 2017 terminó en las calles y el 2018 no parece cambiar el rumbo. Se viene la reforma laboral, ¿se tratará en el Congreso? El Gobierno quiere evitar las miles de personas en las calles, quiere aprobar la ley sin mucho movimiento. Bueno, queda claro que eso va a ser imposible. Quedó demostrado que perdieron el debate público tras la aprobación de la reforma previsional. Nos dejaron heridos después de otro diciembre con balas y gases. Pero atentos, que la última lucha que se pierde es la que se abandona.

La gente corre, los gases abundan y los palos se reparten al revoleo sin cesar. El 18 de diciembre termina con los diputados debatiendo y con el pueblo resistiendo. Te la dieron en el Congreso, pero vos saliste de nuevo, cacerola en mano, queriendo evocar a las épocas más terribles de nuestro país (ojo que no es lo mismo, cuidado), atrás tenés un jubilado que las pasó bravas, que recién se puedo reacomodar en los últimos años pero que otra vez le están robando, otra vez le están diciendo «tomá, arreglate con esto y no me jodas». Si hay algo que sabe este pueblo es joder, molestar y quejarse. Podremos tener diferencias sobre la clase media, porque claro, los mismos que caceroleaban porque no podían comprar dólares ahora salen por los viejos, pero mejor evitemos rencores y objeciones en este momento en que «la lucha es una sola», pero en serio.

Mirá, a vos te cuento que ahora el Gobierno va por los laburantes, por vos claro-Seguramente dirás «no, a mi no me van a tocar». Bueno, la incertidumbre es tan grande como la República Argentina y entrás ahí eh, ¿vos y cuantos más? Hacete la pregunta. Seguramente seas de esos que sale cuando la cosa está brava en serio, porque si no te jode a vos ¿para que vas a salir? Claro lógico, bueno, no tan lógico… pero no importa. Si nunca le diste bola al sindicato porque son «todos mafiosos» dejame decirte que vayas preguntandole a tu delegado si sabe algo de la reforma laboral porque te la dan otra vez, y ahí si que te quiero ver pidiéndole a tu jefe el aguinaldo, las licencias y toda esa cosa «populista», ¡»minga!»» te va a decir.

¿Y vos? Ah si, vos estás curtido en esta ya. Te marchaste la vida, te cagaron a palo y la peleaste siempre. En el 2001 cantaste «que se vayan todos» junto al que no le interesa nada la política pero le afanaron los ahorros y ahí si salió, ahora sos de los que pide «unidad de los trabajadores» y, si, al de al lado que no le importa nada le decís «se jode, se jode». Vos y tus compañeros son los que llevan la bandera y buscan las cañas en las calles, los que saben de bancar la parada en las malas y los que van a hacer lo imposible por frenar la reforma laboral que más que reforma es el ajuste al servicio del FMI. Vos estás al tanto de todo, te enteraste que Macri firmó un decreto XXL que es la previa de esta medida, entre otras cosas. Acompañaste al sindicato siempre, venís de familia peronista (o no, quizás esto ahora no tenga tanta relevancia) y toda la vida fuiste un laburante que levantó las banderas de la dignidad. Te toca, una vez más, calentar la garganta y gritar bien fuerte por todas las injusticias cometidas contra el pueblo trabajador, ese mismo al que acusan de «vago» por cortar rutar o hacer piquetes. Te toca demostrar que esa insustancial frase que dice «la Argentina se levanta trabajando, no cortando calles» es la justificación plena del que no se mueve ni para ir a votar en las elecciones del sindicato, que así, con esa apatía monumental no se consiguió nunca nada y solo sirvió para ratificar un conformismo del país estándar que nos quieren imponer. Te toca la más difícil, pero te vamos a acompañar, a vos y a tus compañeros.

En definitiva, seas un laburante comprometido con la lucha de la justicia social, o seas un «clasemediero» (si se me permite el término) desinteresado y condescendiente con el poder de turno esta reforma más que tocarte va a darte una buena trompada. Porque atenta contra un espacio de pertenencia y de comunidad enorme como es el laburo, cualquiera, el que sea. Los que nunca salieron a la calle y salieron con el discurso simplificado del «son todos iguales» ahora van a tener que salir, a juntarse con los «negros que comen choripán» porque, por más que no les guste, están más cerca de ellos que de Macri, Bullrich o Rodriguez Larreta.

Es la hora de todos, con los sindicatos (los que estarán en la calle, obviamente) como conductores y con los laburantes detrás pidiendo por la unidad y dando el significado de lo que llamamos «dignidad». Será cuestión de volver a hacerle sentir al Gobierno de Macri y los suyos que hay un pueblo de pie, que no está dispuesto a pagar la fiesta de algunos mientras le roban sus derechos que se consiguieron con palazos y balas detrás.

Alejo Spinosa

@AleLVP