Palo y a la bolsa

Otro diciembre agitado para la Argentina, muy lejos, por suerte, de aquel apocalíptico 2001, más allá de la similitud de las fechas y el intento constante de comparación de algunos medios con aquellas jornadas imborrables para la memoria de muchos. Pero no podemos negar y pasar por alto que lo que sucedió entre los 18 y 19 de diciembre pasados marca un punto de inflexión en el Gobierno de Mauricio Macri. Pasemos, entonces, a desglosar punto por punto los hechos más significativos de estas jornadas que marcan, también un punto de partida más que interesante para los dos años restantes de la gestión de Cambiemos.

Un rechazo más que rotundo

Macri se mostró más que envalentonado cuando, luego de salir victorioso en las elecciones legislativas, salió a anunciar este paquete de múltiples reformas que, entre ellas, incluía la previsional que generó un repudio enorme desde todos los actores sociales. Este empoderamiento que el Gobierno mostró se trasladó a lo que luego sucedió en la calle el pasado jueves 14, cuando la Gendarmería llevó adelante una represión brutal que culminó con  diputados heridos, decenas de detenidos y varios heridos con balas de goma, gases lacrimógenos y gas pimienta. La falta de quórum de Cambiemos fue clave para que la sesión se postergase y lleguemos a lo que sucedió el pasado lunes.

Entradas las dos de la tarde, cuando la cámara de Diputados se disponía a tratar esta reforma totalmente dañina para los jubilados, beneficiarios de AUH y veteranos de Malvinas, un grupo de personas presentes en el Congreso comenzó a arrojar piedras hacia la policía de la ciudad, lo que derivó en una batalla campal que se llevó todas las cámaras de la televisión. Otra vez, mientras había cientos de miles de agrupaciones y manifestantes llevando adelante una marcha que mostraba el completo rechazo a la reforma previsional, los medios de comunicación apuntaban hacia el grupo de «manifestantes violentos». Como era de suponer, aparecieron fotos luego, que mostraban a los mismos que iniciaron los incidentes, llevándose gente detenida. Es decir, el Gobierno preparó nuevamente el terreno para hacer parecer la multitudinaria marcha como un ataque a las «fuerzas del orden» provocado por, obviamente, el Kirchnerismo sumado al Frente Renovador (el mismo que acompañó varias veces a Cambiemos) y la izquierda, que quisieron desestabilizar a un Gobierno democrático evocando al 2001.  Esto reflejaban Clarín, La Nación, Morales Solá y Silvia Mercado.ClarinLN1SM1MS1Ms2

Los medios oficialistas, nuevamente, fueron claves en el proceso de ocultamiento de lo que realmente pasa. Porque, mientras ellos despotricaban contra el Kirchnerismo y el trotskismo una multitud salió a las calles a rechazar este verdadero robo a los jubilados, primero fueron movilizaciones que se dieron durante la tarde y que culminaron con heridos de gravedad que nada tuvieron que ver con los incidentes iniciales. Luego, ya entrado el debate en diputados, aparecieron los famosos «cacerolazos» en todos los puntos de la Ciudad de Buenos Aires (la misma que le dio un triunfo aplastante a Carrió hace dos meses) y alrededores. Si, nuevamente la clase media sale a la calle cuando le tocan sus derechos. Por eso decimos que lo que sucedió cobra una importancia aún mayor, porque hubo una desaprobación proveniente desde todos los sectores al ver realmente de que se trataba este ajuste disfrazado de reforma. De hecho, periodistas como Lanata manifestaron que el Gobierno «abusa de su poder».

Observamos, entonces, un apuro notorio del Gobierno en sancionar todas las leyes que incluyen este ajuste feroz para mostrarle tanto al FMI como al Banco Mundial, organismos que formaron parte del conjunto de causas que desató luego el estallido social del 2001, que Argentina se dispone a cumplir con lo que ellos dictan. Para ello, el ejecutivo nos hizo creer que esto «iba a estallar» si no se modificaba la fórmula que determina cuanto ganarán los jubilados y que era necesario llevar adelante estas reformas con el objetivo de tener un Estado que «controle el gasto para reducir el déficit». Bien, en términos económicos sonará muy lindo esto de reducir el déficit fiscal, pero no hay dudas de que esto ya se vivió aquí en la Argentina y fue este mismo discurso el que llevó a nuestro país a una pobreza de más del 50% hace poco más de quince años. Si quieren reducir el déficit, lo pueden hacer restableciendo las retenciones a los grandes sectores exportadores y no robándole a los más desprotegidos, quienes ya sufrieron bastante con los aumentos que se produjeron en estos años. Estos, fueron ignorados por el Gobierno cuando, en medio del debate en la Cámara de diputados, se realizaban múltiples movilizaciones que mostraban el descontento popular hacia este brutal ajuste.

La actitud de la oposición

Así como fue más que importante la serie de movilizaciones que se generaron en rechazo a la reforma previsional, también hay que destacar el papel que jugaron los bloques opositores en el Congreso para fundamentar y poner en claro cual era el verdarero objetivo de esta ley. Más allá de que se haya aprobado el proyecto impulsado por el Gobierno, fue más que relevante el gesto de unidad de todos aquellos bloques que se definen como opositores. Quizás llegó el momento, pasada la mitad de gestión de Macri, de confluir en la finalidad que deben tener aquellos dirigentes que rechazan este modelo económico, social y político para poder construir una alternativa sólida y confiable que sea opción de Gobierno de aquí a dos años. Existen diferencias, claro, pero estas pasan a estar al margen cuando se trata de mostrar el desacuerdo hacia un proyecto de ley totalmente nocivo para con los jubilados, y son estas diferencias las que deben ayudar a generar consensos para rearmarse y sellar un acuerdo que, reiteramos, pueda tener chances electorales.

Quizás lo más novedoso sea la relación que ahora llevan adelante los bloques del Frente para la Victoria y el Frente Renovador, este último ya sin su máximo referente político, Sergio Massa y con una serie de diputados que se muestran mucho más opositores al Gobierno. Sabemos, que para lograr frenar ciertas medidas económicas que resultan impopulares para el conjunto de la sociedad argentina, se necesita unidad en todos los ámbitos. Y uno de ellos es el Congreso, el órgano institucional con mayor capacidad para lograr evitar que avancen estas medidas. Por eso es necesario que todos aquellos dirigentes que integren el poder legislativo y sean partidarios de la defensa de las mayorías generen una cohesión que luego se traduzca en el plano legislativo, porque, si bien la reforma previsional logró la mayoría de votos necesarios para ser aprobada, hubo 117 diputados que se opusieron y dieron sus argumentos, justo lo que le faltó al oficialismo para explicar las virtudes de esta ley, ya que solo se destinó a comparar la nueva fórmula con la que existía durante el Gobierno anterior. Esta falta de explicación sobre los objetivos que traía consigo la reforma previsional se vio expuesta a lo largo de la sesión, ya que, salvo un comunicado más que extenso leído por el diputado Amadeo, no hubo casi intervenciones de los diputados que acompañaron el ajuste. Esto demuestra también, lo indefendible de esta ley.

Aprietes y votos

Pero el oficialismo no logró los votos en soledad, sino que necesitó del acompañamiento de un grupo de diputados del interior que son aquellos que responden a lo que los Gobernadores les dicen. Estos, pueden verse como cómplices del ajuste también, ya que firmaron un acuerdo impuesto por el Gobierno Nacional que incluía todo este tipo de reformas. Aunque, vale aclarar, el mensaje que manifestó la Presidencia fue claro. «Si quieren plata, firmen al acuerdo y díganle a sus diputados que nos acompañen». De esta manera, el Gobierno apretó a quienes encabezan la gestión ejecutiva en las Provincias del interior. Otra vez, queda demostrado el nivel de apuro de Macri en sancionar este paquete de leyes lo antes posible.

Aquellos diputados que se manifestaron como «opositores responsables», lejos estuvieron de cumplir con la condición de opositores cuando levantaron la mano para votar a favor de esta reforma.

El Gobierno logró su objetivo, pero para ello debió pagar una serie de costos políticos con los que deberá lidiar de acá al 2019. Uno es el de haber despertado a la oposición, parte de ella que acompañó al oficialismo en los dos años anteriores y el otro, es el de tener a la gente en la calle manifestándose y repudiando, cada vez más, el plan económico llevado a cabo. La respuesta a esto último no es otra que las balas, los gases y los palos. Cambiemos está decidido a avanzar con el ajuste y, para ello, requiere de las fuerzas de seguridad reprimiendo al pueblo que, otra vez, es quien sufre las políticas implementadas.

Alejo Spinosa

@AleLVP