La Patagonia devastada, el Estado asesino

Que pesada se puso la mano, ahora sí, el Gobierno mostró los dientes más que nunca. Acá, en Buenos Aires, marchamos y reclamamos contra la triple reforma, allá, en el sur, se continúa con una cacería Mapuche cada vez que estos salen a pedir algo que parece increíble que se está reclamando en el Siglo XXI, y son las tierras, nada más y nada menos, al igual que en el Norte y otros puntos del país que poca difusión y visibilización tienen. Las Comunidades indígenas rara vez fueron reconocidas como deben serlo en los últimos años, pero lo que se está viviendo ahora no tiene precedentes en la historia reciente, y de nada sirvió la prorrogación de de la ley que suspende el desalojo de tierras indígenas. El Gobierno de Macri, aliado de Benetton, Lewis y otros, está llevando adelante un proceso de persecución y humillación voraz frente a la comunidad Mapuche. La primer víctima fue Santiago Maldonado, que sin ser de la Comunidad, fue a solidarizarse con un un reclamo y terminó ahogado en el río tras un operativo ilegal de represión de la Gendarmería Nacional. Luego siguió Rafael Nahuel, un pibe de tan solo veintidós años que practicaba diferentes oficios junto a la comunidad, además de brindar ayuda social en las zonas más pobres de Bariloche. Fue baleado por atrás, por la Prefectura Nacional en el medio de otra represión y persecución a los Mapuches, esta vez en Villa Mascardi y el mismo día que fue velado Santiago Maldonado. No era un violento, o un delincuente como quisieron imponer, cuando no, los medios hegemónicos de comunicación.

El Gobierno intenta, entonces, con su poderosa maquinaria (des)informativa (sumado a un pensamiento bastante desagradable de una parte de la sociedad argentina) generar un proceso de acostumbramiento y de poco interés ante cada represión producida por alguna fuerza de Seguridad. La idea de «enfrentamiento» se reproduce cada vez que ocurre algún hecho de estos, se quiere poner en igualdad de condiciones a los Mapuches con palos, martillos y cuchillos frente a la Gendarmería o a la Prefectura, con armas de fuego y balas de plomo. Este proceso de nivelación de ambos actores sociales nos recuerda a la nefasta teoría de los dos demonios defendida por funcionarios actuales en cada 24 de marzo. Las caras visibles de estos hechos suelen ser Macri, Garavano y la ministra de inseguridad, Patricia Bullrich, ex montonera y ahora una responsable política de la muerte de Santiago y de Rafael. El Sur se encuentra plenamente militarizado y el Gobierno genera miedo constantemente apuntando hacia las Comunidades indígenas, cuando lo que realmente nos genera temor es el accionar ilimitado de los efectivos policiales. Mientras, vemos imágenes y vídeos de los Mapuches llorando desesperados frente a cada ataque proveniente desde el Estado, los hechos nos resultan indignantes y se contradicen severamente con los  supuestos valores democráticos que instaló el Gobierno «del «cambio hace casi dos años.

Otro punto importante para destacar es la búsqueda y construcción de los Gobiernos de derecha de un enemigo interno, que en este caso son los Mapuches, identificados peyorativamente como «la RAM», y definidos como «grupos violentos que no quieren cumplir la ley», si, Macri y compañía se jactan de poseer valores republicanos cuando mandan a las Fuerzas de Seguridad a reprimir ilegalmente a una comunidad de no más de cien personas, mientras construye, junto a sus medios amigos, esta demonización de los pueblos indígenas, la representación más digna de la lucha por la soberanía y el respeto a las distintas culturas. La derecha necesita de un enemigo, lo fomenta y busca defenestrarlo con la ayuda de los poderes que ya conocemos. Mientras Bullrich se preocupa por si es legal o no cortar una ruta para reclamar por las tierras que a ellos les pertenecen, este Gobierno carga con dos muertos a manos de las Fuerzas de seguridad del Estado Nacional. Y a esto se le suma lo más aberrante y repudiable que podamos ver en estos momentos, y es la justificación de estos asesinatos, pero atentos, porque, si bien se dan en las redes por aquellos a quienes les pagan para decir semejantes barbaridades (comúnmente conocidos como «trolls») este pensamiento refleja una porción no menor de la ciudadanía argentina.

Tampoco podemos dejar de mencionar la falta de información y la poca pluralidad de voces existentes en los medios, por lo menos en la televisión. Quienes nos interesamos en estas cuestiones y buscamos, por motu propio, la manera de informarnos y queremos conocer la otra cara de la realidad podemos debatir y analizar estas cuestiones en profundidad. Pero aquellos que prenden la tele y ven exactamente lo mismo en ocho de los diez canales de noticias, se quedan con el relato que construyen estos medios que defienden los intereses antagónicos a los pueblos originarios. Este último grupo es claramente el de mayor cantidad de gente, la que no pensará que la represión y el disciplinamiento son necesarios para aplicar el plan de ajuste (frase hecha pero cierta), sino que entenderá que «la RAM son un grupo de violentos que quieren ocupar ilegalmente las tierras que no les pertenecen y por eso lastimaron a un Gendarme con armas peligrosas». La tergiversación de la realidad es tan elocuente como efectiva, y así, el Gobierno logra lo que contábamos al principio. La indiferencia frente a temas tan importantes como la lucha por el territorio, que, vale aclarar, se viene manifestando hace un tiempo no menor en la Argentina.

Estamos viviendo una Democracia absolutamente debilitada, con las Fuerzas policiales totalmente desbocadas frente a cualquier hecho de protesta o reclamo de los sectores olvidados, esto, obviamente, es amparado por un Gobierno que, más que nunca, se muestra confiado en que a fuerzas de balazos, va a conseguir el objetivo de profundizar aún más la desigualdad en Argentina, produciendo más injusticias todavía y llevando a una gran parte de la población a la pobreza. La ceguera de aquellos «desinteresados» que mencionábamos antes es, también, un logro del oficialismo. ¿Cuantas veces se ha hablado de «despertar al pueblo dormido»? ¿Tendremos que tocar fondo para que esto suceda? ¿Cuánta sangre más se tiene que derramar para que realmente la sociedad toda le ponga un freno contundente a este Gobierno? ¿Tenemos que llegar a eso? Esperemos que no.

Alejo Spinosa

@AleLVP