La era de la violencia (II)

Si, otra vez, nuevamente vuelvo a escribir sobre el clima de violencia en el que está sumergida nuestra querida Argentina. Santiago Maldonado sigue sin aparecer, la justicia actúa a paso de tortuga, y la defensa de la ciudadanía hacia la Gendarmería da asco. Mientras tanto, en los benditos medios de comunicación, se reitera la idea de «la violencia» pero lo hacen acusando a los mapuches, que cortan calles con una gomera, o que, a lo sumo, tiran una piedra a algún que otro policía armado. Cuando uno hace zapping y navega por los medios dominantes encuentra un clima en donde se busca instalar la violencia política en nuestro país. La grieta puede ser mucho más que dos polos ideológicos, ahora buscan un enemigo, como lo hacen siempre. La primera fue Cristina, hace rato ya, pasan años y la siguen demonizando, este año tuvimos, primero el conflicto docente y luego el blanco fueron «las mafias laborales». Ahora les toca a los mapuches, y, ya que estamos, la metemos a Cristina, al Peronismo y a algún que otro que fue participe de estas operaciones mediáticas. Ojo, que esto no es cuestión de contarlo y nada más, lo que está pasando es grave. El verso de unir a los argentinos se terminó, ahora directamente utilizan el término «guerra» y se la atribuyen a los Mapuches, o para hacerlo más bélico, al RAM. La cadena nacional del odio tira una idea, se reproduce, se explica y luego se acusa. Así, de a poco, fueron construyendo este relato siniestro y maligno de «La guerrilla mapuche», o directamente, del «terrorismo Mapuche». La ensalada de conceptos y calificaciones, atribuidas a esta comunidad que viene luchando hace más de cien años por la recuperación de sus tierras, estuvo sujeta a duras y trágicas comparaciones como las del clima de violencia política que se vivió en la Argentina en los 70´. Y acá está el peligro, el miedo que quieren instalar en la sociedad para así controlar y neutralizar la manifestación popular, para luego imponer a la perfección su plan de ajuste y de profundización de la desigualdad. Peligro porque quienes preparan este relato son los que dicen estar buscando a Santiago, y son quienes dieron la orden de reprimir en Chubut. ¿Por qué no se me puede ocurrir que la ministra Bullrich, ex montonera, se remite a relativizar el genocidio de la Dictadura y reivindica el rol de las Fuerzas Armadas cuando dice que «ni los ángeles eran tan ángeles, ni los demonios tan demonios». Ya escuchamos esto, volver a discutirlo significa un retroceso gigantesco sobre todo con los avances ejemplares que la Argentina tuvo en materia de Derechos Humanos, y los que intentan ponerlo sobre la mesa son funcionarios públicos.

Poner el ojo en la víctima

Con la desaparición de Santiago surgieron muchas hipótesis, algunas desmentidas rápidamente y otras que fueron el sostén de Bullrich, Peña y Macri, como la del puestero herido, pero que también terminaron diluyéndose y ahora apuntan hacia un «gendarme suelto que se le fue la mano». Primero no hablaron del tema, pero, cuando este se hizo ineludible, pusieron el foco en Santiago Maldonado, en la víctima. ¿Que hacía cortando una ruta? ¿Por qué practicaba karate? ¿Por qué se tapaba la cara? Entonces, ¿me parece a mi o estos son eufemismos del «no te metas en política» o del «algo habrán hecho?. No hay nada más repugnante, malicioso y peligroso también, que poner el ojo y el quid de la cuestión en quien es la víctima, y encima, cuando esta víctima está desaparecida por el Estado Nacional. La justificación de la represión es lo peor que se puede hacer, ir a buscar el motivo de una desaparición forzada en un corte de ruta, o en unos piedrazos me parece de los más bajo y repulsivo de la ideología de gran parte de la sociedad. ¿Por que lo hacen? Porque saben que a la gente le gusta, no es errado pensar que dentro del electorado macrista encontramos férreos defensores de la violencia institucional. Son los mismos que anhelan «vivir en un país en paz, defendiendo la República y la libertad de expresión», siempre y cuando no haya tipos con caras tapadas y palos cortando la ruta, porque ellos, sin análisis ni estudios, sentencian que estos son mal vistos por el total de la sociedad, cuando en realidad esa es la imagen que venden los medios de comunicación. Ni una cosa ni la otra. Hay un nutrido grupo que no tolera este tipo de manifestaciones, pero también están quienes entienden y saben de que se trata estar pasándola mal y vivir con la impotencia de ser marginados sociales.

Violencia emocional

Mencionábamos antes a los «defensores de la paz y de la República», bien, estos no son precisamente el ejemplo más elocuente de que conocemos como paz. ¿Por qué? Por dos motivos. Primero porque inmediatamente los vemos y escuchamos en las movilizaciones oficialistas pidiendo a gritos e insultos por la prisión de políticos opositores, y luego también los observamos en Comodoro Py embanderados en consignas «democráticas» mientras acusan de asesina a CFK. El otro motivo es, claramente, el más importante. ¿De que paz me hablan cuando defienden y justifican el accionar de un Gobierno absolutamente excluyente y dañino para con los sectores populares y mayoritarios? ¿Eso no es violencia a caso? Sería ridículo pensar que no genere furia y tensión sufrir en carne propia las política más severas y feroces de este Gobierno. Decime si no es violento que te saquen las pensiones por discapacidad, o que te vengan tarifas monstruosas imposibles de pagar, o tener que salir a buscar trabajo luego de muchos años. Y, volviendo a lo que nos compete, explicame como pueden no violentarse los familiares de Santiago Maldonado que hace más de 40 días que sufren la incertidumbre (que palabra tan horrible y con tanta historia) de no saber que hicieron con él, ni a donde se lo llevaron. Y, lo que es peor aún, la perversidad y el cinismo de los funcionarios intentando desviar el tema y encubriendo permanente a la Gendarmería Nacional.

En fin, dejen de acusarnos de violentos, dejen de atacar al pueblo Mapuche, dejen de inventar una GUERRA, dejen de querer volver a las peores épocas, no cuestionen más el rol del Estado en la Dictadura, no operen para que haya sangre, no nos mientan más con el «cerrar la grieta», no la jueguen más de neutrales mientras hablan de «terrorismo mapuche, basta de acusar a la oposición de hacer un uso político de este hecho cuando el reclamo es generalizado. Dejen de mirar para otro lado, y busquen a Santiago, hay una familia detrás, hay un pueblo pidiendo su aparición

Santiago

Alejo Spinosa

@AleLVP

2 comentarios en “La era de la violencia (II)

  1. lexb

    No mucho más para agregar en materia de la situación…ahora, ¿ Por qué estos funcionarios de turno quieren volver a instaurar un clima ‘similar’ a los 70? ¿ A quién estan representando?
    No tenemos que olvidar que la política es el medio que los y las trabajadoras tenemos…

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  2. lexb

    Si, estamos esperando a Santiago y que los responsables paguen por su accionar. Es ,por otro lado, parte de un armado que pretende vulneramos con ‘esa violencia emocional’ y demás…

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