La utilización del término «Democracia»

Muchos consideran el concepto mencionado en el título como algo teórico y listo, pero claramente no es así. Hace varios días que se viene instalando, por parte del Gobierno, la idea de que lo quieren desestabilizar sectores cercanos al Kirchnerismo. Sobre esto hay varias cosas para decir y hacia allí vamos.

Es casi imposible tratar de comprender a Cambiemos cuando habla de un intento destituyente, primero porque los únicos responsables de que en estas semanas se hayan generado movilizaciones en su contra son ellos tomando medidas claramente anti populares, pero lo más increíble de esto es que ni siquiera tienen como justificativo los medios de comunicación en su contra para alentar esta idea que hace rato se viene escuchando. De más está decir que estos defienden al Gobierno y son quienes difunden y tratan de instalar la idea de que no quieren que Cambiemos termine su mandato. En síntesis. Macri y compañía difunden un mensaje y Clarín lo repite sistematicamente con el agregado de atacar al Kirchnerismo. Tampoco nos podemos olvidar, ya que hablamos del Gobierno anterior, de que fue Clarín justamente quien, con la ayuda de los grandes grupos económicos, demonizó a Cristina Kirchner cuando era Presidenta y varias veces se animó a pronosticar que no terminaría su mandato.

Volvamos al tema de las movilizaciones y la incomodidad hacia ellas desde el oficialismo. Cuando la derecha gobierna suele tener escasa movilización popular porque no es este sector quien respalda al Presidente, y tampoco el Gobierno necesita tenerlo porque si cuenta con los medios masivos de comunicación y con el sector financiero. Todo lo contrario pasa cuando los Gobiernos populares se encuentran en el poder. En esta comparación incluimos también al termino «Democracia» y como la derecha lo utiliza a su favor. Este concepto puede ser entendido al momento de hablar de actos electorales, de votos, y de partidos políticos participando activamente. Pero cuando hablamos de un Gobierno ya ejerciendo el poder, no queda otra que remitirnos a sus políticas de Estado para definir si este es verdaderamente democrático o no. La movilización social y el accionar del pueblo es una herramienta más de la Democracia, pero la derecha lo utiliza solo cuando no está en el poder. Cuando la clase media-alta que sale a la calle a protestar y a reclamar contra un Gobierno popular, para ellos es parte de la «Democracia». Por eso es que si no hay neoliberalismo en el poder, se intenta hacer creer que es «la gente común» la que esta cansada de «x» medidas por parte de los Gobiernos populares, y no los grandes grupos económicos quienes utilizan a la clase media como el argumento para instalar sus verdaderos intereses.

Distinto es este análisis si la derecha se encuentra gobernando. Porque para ellos, la democracia solo existe si están en esta función, por más que apelen a este termino cuando no lo están. Por eso es que salen desesperados a decir que los intentan desestabilizar, o que quieren que fracase su modelo económico y político. Y es ahí cuando los Gobiernos neoliberales ejercen medidas totalmente antidemocráticas (llamesé represión o ajuste económico) para con la mayoría de la sociedad. Encima son los medios los que hablan de «falta de Democracia» o directamente de «Dictadura» cuando se toman medidas a favor de la clases mayoritarias. Pero no utilizan estos términos cuando es a la inversa, cuando es perjudicado el pueblo, en este caso definen a la acción social como «golpista».

Por suerte, en Argentina, hemos tenido Gobiernos que nos han enseñado a creer en la movilización popular siempre, gobierne quien gobierne y a favor o en contra de quien sea, por más que debamos lidiar con una gran parte de la sociedad que se encuentra dominada por los medios masivos de comunicación y compra su discurso. La derecha siempre será igual, apelando a la Democracia cuando no está en el poder y destruyendo las políticas democráticas reales cuando está gobernando.Las clases dominantes quieren ser siempre beneficiadas, lógicamente, y cuando lo son, al pobre del barrio bajo le dicen «bancátela, es la democracia». ¿Democracia para quien? Para ellos solos.  Concluyo, creyendo que esto no es una Democracia real.

Alejo Spinosa

@AleLVP

 

Cada uno con un dirigente y así triunfaremos

Seguramente las últimas tres jornadas quedarán en la memoria de muchos, es que hacía rato que en la Argentina no se vivían tantos días de movilización popular con semejante cantidad de gente y repercusión. Había bronca, enojo y sobre todo, necesidad del pueblo de salir a calle a defender lo más sagrado que tiene, el trabajo. Y el Gobierno es el principal responsable de este enojo popular. El lunes 6 fuimos testigo de la marcha docente más grande de los últimos años sin lugar a duda. Luego de el anuncio del paro para el  6 y 7 de marzo (que aún continúa) y producto de una oferta del Gobierno que resultó irrisoria y hasta ofensiva para el gremio docente, que además incluyó la eliminación de la paritaria Nacional, los maestros salieron a la calle como hacía rato no se veía. Casi 100 mil docentes marcharon rumbo al Ministerio de educación con el objetivo de hacerse oír y defender la educación pública . El 7 fue el turno de la CGT que (y ahora ampliaremos lo sucedido), con sus gremios, coparon el centro porteño para defender las fuentes de trabajo que se están perdiendo. Luego los incidentes y la tibieza del triunvirato se hicieron presentes, algo que pareció haber opacado lo mas importante que fue la cantidad de trabajadores que se manifestaron. El ciclo de marchas y actos terminó ayer con el día de la mujer, consignas como la «Ni una menos, vivas nos queremos» ya son parte del día a día de los argentinos y cada vez es más grande la adhesión a ellas, aunque lo más importante es que el Estado esté presente y el Gobierno, como representante de este, sea el primero en defender los derechos de las mujeres, algo que no está haciendo Cambiemos sobre todo si le saca presupuesto a la Comisión encargada de proteger y contener a la mujer en situaciones de violencia.

A la hora de hacer el análisis detallado, no podemos obviar lo sucedido el martes con la dirigencia sindical. Una vez más, las bases demostraron estar a la altura de las circunstancias exigiendo el paro nacional y la fecha de este,  la no confirmación de un día exacto para esta medida fue lo que realmente molestó a los miles de trabajadores que se hicieron presentes en la marcha.

Cuando terminó la jornada, el recuerdo que se me vino a la mente fue ni más ni menos que el de Cristina, el último día de su presidencia, dando el discurso quizá mas recordado por muchos ante una plaza colmada. El mensaje de la ex mandataria fue el del «empoderamiento popular», explícitamente CFK dijo «Cada uno de ustedes, tiene un dirigente adentro. Y que cuando sienta que aquellos en los que confió y depositó su voto lo traicionaron, tome su bandera y sepa que él es el dirigente de su destino y el constructor de su vida». Y esto, este mensaje sin más vueltas, se vio ejemplificado y llevado a la práctica cuando miles y miles de trabajadores, que están sufriendo las políticas de ajuste implementadas o que se quedaron sin trabajo, se manifestaron frente al triunvirato de la CGT (el mismo que convocó al acto con promesa de parar el país) y reclamaron más fuerte que nunca el paro general. Y esta medida de fuerza, la más potente de todas sin dudas, fue llevada a cabo cinco veces durante los años en que gobernó Cristina Kirchner y la razón no era otra que el impuesto a las ganancias. Entonces uno se pregunta, ¿a que dimensión queda reducido este último reclamo cuando en la Argentina de Macri cierran fábricas, hay cada vez menos derechos laborales, menos empleo y más pobreza? El gremio más representativo de todos no fue el más fuerte esta vez, y desde que la derecha se volvió a instalar en Argentina, acordó y negoció siempre con el Gobierno, que lo único que buscaba era evitar tener al sindicalismo enfrentado claramente. Nos damos cuenta así, que el discurso con el que predica Cambiemos de «diálogo» no es más que el acuerdo constante con los gremios, a costa de perjudicar a los laburantes, para no tener que sufrir el agite obrero y popular con tanta continuidad. Más allá de que si hay un sector de los sindicatos que es férreo opositor a Cambiemos, que es la CTA comandada por Yasky y Micheli, pero que no tiene la suficiente contención y representación gremial necesaria para llevar a cabo medidas de semejante envergadura.

Volvamos a aquello que CFK denominó «empoderamiento popular». Las bases gremiales siempre han sido defensoras del trabajo, de salarios dignos y de derechos conseguidos en los últimos años. Es ahí donde hay que poner el foco, porque más allá de que la traición y poca actitud de la conducción de la CGT sea lo que más enojo y bronca generó, no hay que olvidarse que ahora los dirigentes tendrán atrás cientos de miles de trabajadores que ya no los acompañan tan fuertemente como antes y que sacaron a la luz su máximo repudio a las políticas que están siendo implementadas. Siempre lo repito y es necesario dejarlo en claro. El máximo cambio del que fue testigo la Argentina, con la llegada de Nestor Kirchner a la presidencia y la continuidad con Cristina, fue el de la gran masa obrera y popular que salió a las calles a reclamar por lo que le pertenece y debe tener asegurado en su totalidad. Porque ni en los países mas neoliberales del mundo el Gobierno toma medidas tan severas y con tanto prejuicio para con las mayorías populares. Cosas que, en el siglo XXI, parecieran tener que estar aseguradas y hasta parece rídiculo tener que ponerlas sobre la mesa para discutirlas, en la Argentina actual no se ratifican. Esto también se debe a que una parte de la ciudadanía no tolera que el pobre o el humilde tenga las mismas posibilidades que el de la clase media, justificándolo con el discurso del «mérito y el esfuerzo».

Estos últimos tres días en la Argentina se vivieron con mucho fervor y repercusión. Podemos decir quizá, que la bronca generalizada del pueblo tuvo su cuota de alegría y felicidad al ver que hay cientos de miles de trabajadores que no se resignan ni agachan la cabeza y que hoy están dispuestos a salir a calle «autodirigiendose» para frenar a este Gobierno que favorece a unos pocos, y arruina a la mayoría. Es, entonces, el impresionante caudal de trabajadores manifestantes presentes los últimos días lo que debe aprovechar y capitalizar el Peronismo si quiere volver a triunfar en las urnas.