Cada medio elige sobre que hablar, cada canal selecciona que transmitir, cada individuo decide que mirar. Pero, quieran o no, el tema de las últimas dos semanas fue la pelea entre el conductor más famoso de la televisión Argentina, Marcelo Tinelli y el Presidente de la Nación, Mauricio Macri. Esto ocurrió, como todos ya saben, a raíz de las burlas e imitaciones que se dieron en el programa de Tinelli «Showmatch» hacia Macri. Los tarifazos, el frío y las declaraciones del primer mandatario fueron los centros de burla de los protagonistas del programa, vale aclarar, que Tinelli hizo esto con todos los políticos y presidentes desde Menem hasta la actualidad. Esto generó mucho malestar en el sector del gobierno que, en vez de resolver los graves problemas económicos y sociales que se están dando, se preocupó por lanzar campañas en las redes sociales mediante los llamados «trolls», mecanismo que permite repetir muchas veces un mensaje en Twitter hasta convertirlo en tendencia como fue en el caso de #TinelliMercenarioK, y atacar constantemente al conductor televisivo. Se tiraron con todo, fueron días en donde lo político y lo realmente importante quedó de lado y dos de las personas mas poderosas del país se enfrentaron generando así, otra división social que hasta derivó en un mensaje de «apagón» al programa del empresario a través de las redes sociales. Pero… ¿Terminó todo tan mal como parece? No señores. En el día de ayer, los protagonistas de esta «pelea» se reunieron para aclarar los tantos. La reunión culminó con un vídeo que el Presidente subió a la red social Snapchat donde se lo puede ver junto a Tinelli intercambiándose las caras y riéndose tranquilamente. ¿El resumen? Un show mediático para distraer a la gente y evitar el profundo conocimiento de las medidas más severas y antipopulares que se están tomando.Esto me lleva a pensar en el modo de comunicación y el poder que la apolítica consigue tener en una sociedad.
Cuando vemos y oímos los mensajes de los integrantes del gobierno. ¿Cuál es, de verdad, el grado de contenido político que estos tienen? Más que hablar de felicidad, esperanza, confianza en cada uno de nosotros y otros mensajes que salen desde lo emocional y no desde el ámbito que ellos manejan. Alguno me podrá decir: Bueno pero todos somos sujetos políticos y todo lo que hagan y digan los integrantes del gobierno responde a ello. Si, es verdad pero acá nos referimos estrictamente a la construcción de un país, al debate entre ideologías, a medidas concretas que pueden tomar tanto el Presidente como la dirigencia política en general. Pero ojo, esto también tiene que ver con una clara estrategia comunicacional impuesta por el propio gobierno para caerle bien a los ciudadanos. Sin lugar a duda que la campaña hecha por Cambiemos desde agosto a noviembre tuvo un mensaje claro y directo que impactó fuertemente y con éxito en ese, primero 30 y pico por ciento que lo votó y más adelante en el 51% que tuvo una parte de verdadero voto neoliberal y de derecha y otra parte de quienes viven (o no) la política de esta manera. Una campaña brillante y armada con precisión de cirujano por Duran Barba y compañía, entendiendo y leyendo a la perfección el mensaje de la gente y adaptando esto al mundo que vivimos actualmente, algo que no supo tener el Frente Para la Victoria. No hay que ser un experto para darse cuenta que el conjunto de ideas que forman la ideología del «cambio» son: el individualismo y el progreso de uno mismo sin importar las medidas estatales (aunque estas sean las peores para la persona) tomadas, el esfuerzo, la confianza, el estar «juntos, etc. Una cantidad de términos que son visto con bueno ojos por los que se declaran «apolíticos» y cuando votan votan esto: La apolítica. Este tipo de llegada a la gente, sin contacto directo en una plaza o acto pero mediante televisión y redes sociales, aún tiene efectividad y aceptación popular. Basta con revisar los últimos cinco o diez discursos que el Presidente emitió y observar que son todos con los mismos contenidos, cambiando el acto o el momento nada más. La pelea con Tinelli fue otro de los métodos de distracción y evasión de la realidad que utilizó el gobierno para tapar la crisis social vivida por los más humildes. Los que nos interesa la política y no compramos el discurso vacío y barato del Grupo Clarín sabemos muy bien como actúan los dirigentes de uno y otro lado y también los errores que ambos sectores cometen. Es increíble ver la sencillez y destreza que tienen tanto Macri como Vidal u otro integrante de la actual gestión para moverse en el ámbito de las redes, la televisión y así emitir un mensaje puntual, con poco argumento y poca expansión de ideas. Se dieron cuenta enseguida que a la gente no le interesaban los discursos largos y, para ellos, aburridos de Cristina pese a que estos tengan todos los datos y explicaciones necesarias para entender la realidad. No, fueron por la simpleza del comunicado en 14o caracteres y con cero capacidad a réplica y discusión. Alcanza con ver la cantidad de tweets que Macri escribe día a día para entender rápidamente este concepto.
Es la política, o apolítica que hoy vivimos. La «nueva derecha» tiene este tipo de armas y herramientas para seducir al votante que pasa a ser, de esta manera, un votante apolítico que hasta puede ser dividido en dos. El apolítico que se declara como tal y un día vota a Macri pero otro día vota a Cristina y no demuestra el más mínimo interés en este ámbito y el apolítico que es transformado (¿en que te han transformado?) por el/los propios candidatos para obtener su voto a través de denuncias a otros y mensajes simples con énfasis en los términos previamente mencionados.
Quedará en cada uno ver que camino y elige y a cual acompañar. Si de verdad le interesa esto se tomará el trabajo de analizar y tratar de entender a cada ideología y ver que propone para mejorar el país. Al que no le bastará con seguir a cuatro políticos en twitter, engancharse estúpidamente con la pelea entre Tinelli y Macri y estar al tanto del blindaje mediático impuesto por los medios de comunicación con las reiteradas denuncias (ya hasta ridículas) a los integrantes de gobiernos anteriores. Parece que hoy en día esta última postura tiene la ventaja.
Alejo Spinosa